jueves, 28 de mayo de 2009

MARATÓN DE LA CREACIÓN 2009

Bienvenida

La Alianza Francesa de Tucumán abrió sus puertas a partir de las 9hs. para recibir a los maratonistas y público en general.

La Maratón de la Creación fue declarada de Interés Cultural por resolución n° 990/01 del Ente Cultural de la Provincia de Tucumán.

Junto a 17 Alianzas Francesas de la Argentina nos lanzamos a esta jornada por amor al arte.

Disciplinas: pintura, dibujo, plástica, fotografía, literatura: escritura y lectura.

Nous avons passé 12 heures créatives dans l'esprit de la rencontre et pour l'amour de l'art.

Pintura



Visión
Técnica mixta: pasteles, acrílicos y elementos.
Elena Romero, Rosario Díaz, Nina Barros y Georgette Mena

Fotografía



Ciro Carreño



Visiones de Señalín en otra parte.
Matías Zelarayán, Verónica Medrano, Guadalupe Rearte

Exposición de dibujos



Niños haciendo papier mâché

lunes, 11 de mayo de 2009

MARATÓN DE LA CREACIÓN 2009

EL SILLON DE MI ABUELO LEON

Mi abuelo León fue uno de los tantos inmigrantes españoles, que llegaron a la Argentina después de la Guerra civil Española, donde perdió todo.
Trabajando aquí, en el ferrocarril, pudo casarse con mi abuela Paula y formar una hermosa familia de once hijos. Mi mamá, la menor.
En otra parte de su casa chorizo, al lado de la puerta que daba al fondo, estaba su sillón hamaca.
Era un sillón de esterilla, cómodo, al que mi abuela le colocaba un almohadón blanco, para que el apoyara su cabeza, cuando se durmiera leyendo los periódicos.
Allí, el abuelo nos hamacaba a mi hermano y a mí diciendo: -¡ah-rrum-pu-tu-pum!
Cuando comenzamos la escuela, se sentaba a leernos "Platero y yo". ¡Cómo lloré cuando se me murió el burro! El, cariñoso, me hamacaba y consolaba diciendo: -¡ah-rrum-pu-tu-pum! ¡ah-rrum-pu-tu-pum!, muñequita.
En esas visitas, llevábamos para hacer nuestras tareas escolares, bajo la tutela y guía de mamá.
desde su rincón, podía captar en silencio la escena.
Algunas veces se dormía ...Yo me acercaba y le besaba la frente, pensando: -¡ah-rrum-pu-tu-pum!, abuelo.
Con papá eran compatibles, mantenían largas charlas de política y de los estragos que hacía el gobierno...
Con los cien pesos que ganaba en el ferrocarril, había ahorrado dinero para comprarse casas. Llegó a tener nueve, porque en ese entonces costaban entre ocho y diez pesos cada una.
En una oportunidad la Municipalidad para ampliar la usina eléctrica, decidió destruirle el fondo de una de ellas... Y a partir de allí... al ver transformar su realidad... no compró más.
El sillón de esterilla, en esas acaloradas conversaciones, era el silencioso testigo de su amargura...
Un día mamá nos dijo con lágrimas en los ojos: -Se durmió el abuelo... Y yo comprendí que aquellas tardes de ternura, ya no volverían...Estaba vacío...Miré el rincón querido ..... Estaba vacío.... Pensé con un dolor indescriptible...-¡ah-rrum-pu-tu-pum! abuelo.
Ese sillón, mi mundo.

Susana Martín
PERENNE

Permanece en mí
ahora y siempre
incorrupto en el espacio
y en el tiempo.
Sentimiento con sabor
a viejo nuevo
no cambia, se renueva
y se encarna en mi existencia
como las raices que
se hunden en la tierra
abrazándome, conteniéndome
siempre así,
tu amor perdura
en mí, porque
es perenne.

Rosario Concepción Díaz
CLARO DE TIERRA

En esa linea fugaz del horizonte
está lo claro y oscuro de la vida
lo que ya está
y lo que ya viene
se entrelazan en conjunción
de luces y sonidos.
Las tinieblas y las luces
que se entrenan
bailan en una sinfonía enloquecida
al compás de visiones y pasiones
que se sosiegan
cuando aparece el claro de tierra.
Todo se aquieta,
se dulcifica
y la paz se sumerje
en nuestras vidas.

Rosario Concepción Díaz


CLIC

Sumida en las tinieblas, sin esperanzas yacía Irma en la cama del dormitorio.
Pantallasos fugaces de recuerdos recortaban su memoria frágil. Escenas con dos niños y un hombre al que todavía no reconocía.
Buscaba, rastreando sin pausa, sin descanso hasta quedar exhausta, transcurrían los minutos y las horas monótonas sin cambio.
Pero un día se produjo lo inusitado, por fin llegó el clic esperado pero inesperado; se produjo como una danza de fuego que recortó el ahora y el pasado, logrando unirlos en la memoria.
La escena del accidente la impactó un momento, recordó solo cuando la ambulancia la llevaba, y después todo era silencio... nada.
Hoy sabía que esas dos personas que la miraban sorprendidos eran sus hijos Carlos de 7 y María de 3 años y más allá en un espacio recortado,se encontraba un hombre joven, era Luis su esposo, su pareja, su amor, su amigo.
La expresión de él lo decía todo, la había reconquistado. De nuevo la paz, la ternura y la alegría del reencuentro; para vivir la felicidad que en un clic ya lejano se había perdido y un reciente clic la rescataba para traerla a su mundo nuevamente.

Rosario Concepción Diaz
GENOMA

Delmira era una joven inteligente y caprichosa que conoció a Agustín en la parada del tranvía.
Ella tenía una situación más ventajosa que la de él, porque su suegra no deseaba esa relación, por ser agustín hijo único.
En los años cincuenta,Tucumán era una ciudad azucarera, cuya tranquilidad solo era interrumpida por el paso de "la cañera", camiones que transportaban caña y que provocaban en los niños un clic de algarabía.
Acostumbrado al autoritarismo materno, se hizo muy mamero; pero a pesar de las dificultades que eso ocasionaba en el noviazgo, Delmira aceptó cuando Agustín pidió su mano.
Después de meses de preparativos, se llevó a cabo la boda...
Lo que los invitados recordaban años después de esa noche, fue la lucha de las consuegras.
Mientras la de Agustín cerraba las puertas y ventanas para que nadie se enterara del casamiento, la de Delmira venía indignada a abrirlo todo, porque los vecinos iban a pensar mal de su hija.
Sin embargo, los amigos del novio, lo recordaban como algo anecdótico, con una visión optimista que los hizo reir toda la noche.
El mundo y la realidad de esa época eran mágicos, como cuando en los barrios cercanos a los cementerio, se veían desfilar los carros fúnebres tirados por lustrosos caballos.
Los años pasaron, Agustín se fue a trabajar en otra parte, donde pudo transformar la situación caótica del lugar donde se desempeñaba.
Delmira como Penélope, lo esperaba todos los fines de semana junto a sus hijos, reunidos en la mesa familiar, sin la genoma de su suegra.

Susana Martín
LA MUJER DEL CUADRO

Solo Leonardo en su atelier de pintar donde se apilan telas, pinturas sin terminar, la mesa llena de oleos, pinceles y paletas, fijos los ojos en el atril donde está pintado el rostro de una hermosa mujer con los ojos sin terminar de darle color. Le pregunta: ¿dónde estás? ¿en qué otra parte te conocí? ¿fue en el bosque de pinos azules y perennes cuando apareciste como una visión envuelta tu cabellera azabache con un chal azul? ¿o fue en el claro de tierra de la pradera cubierta de amapolas?
Ahora no deja de pensar y desear que vuelva como le prometió aquella noche entre los pinos, quiere captar el extraño color de sus ojos pero no puede.
En la desesperación toma la espátula y con todo su dolor rasga el cuadro, adiós amor, musita y queda la tela colgando como el chal entre sus manos.

María Delmira Barros de Basco
En otra parte

Te hablo y parece que me escuchas
pero hace rato que te has ido.
No sé en qué lugar debo encontrarte
aunque inexorablemente
yo te busco.
Quiero volver a sentirte
como hace tiempo
aquel, en que los dos eramos uno.
No quiero, no acepto
el que me digas "no te quiero"
Mi sentimiento no ha envejecido
sigue tan joven como siempre
y prometo enamorarte nuevamente
solo te pido un tiempo breve
para hacerlo.
Quédate aquí, aunque sea un instante
no navegues en otros puertos
y encalla cerca mío
para darte todo este amor
del que eres dueño.
Aquí, ahora y no en otra parte.

Rosario Concepción Díaz